martes, 3 de diciembre de 2013

El escuadrón 731.

La ciencia nos ha provisto de muchas de las mejores cosas de la vida, desde salud hasta entretenimiento, poco o nada hay donde no intervenga en beneficio de la raza humana, nos ha dado una mejor civilización y nos promete un futuro brillante. Sin embargo, no hay nada que el ser humano inicie que no esté provisto de un lado oscuro, lamentablemente es un rasgo de la especie, un sello, una impronta, quizá sea como un viejo dicho que dice que las armas no matan a las personas, sino que las personas matan a otras personas, y yo personalmente pienso que desde la religión hasta esa palabra tan basta y compleja denominada ciencia fueron dadas a luz por el hombre tal vez con las mejores intenciones. Pero así como éste lo es suficientemente brillante para crearlas, también es lo suficientemente insidioso para bastardearlas.
Lamentablemente, la ciencia algunas veces ha sido usada para el mal, no estoy hablando del ingenio que devino en diversas tecnologías que dieron paso a la evolución de las armas, estoy hablando de algo mucho más profundo y mucho, pero mucho más atroz.
El famoso doctor nazi Josef Mengele, conocido como el ''Ángel de la muerte'', aquel que experimentaba con judíos en campos de concentración y les hacía toda clase de operaciones siniestras fue sólo el comienzo, sin quitar mérito al sufrimiento de aquellos pobres seres humanos, lo que sucedió del otro lado del mundo en bases militares de origen japonés, fue todavía peor.

Durante la Segunda Guerra Mundial hubo dos grandes bandos y entre estos dos bandos rivales estuvieron involucrados varios países:
''Los aliados'', conformados principalmente por Inglaterra, la Unión Soviética y Estados.
Y ''El Eje'', conformado principalmente por Alemania, Italia y Japón.
Italia, a pesar de apoyar a Alemania, tenía una alianza muy condicionada, ambos países eran gobernados por regímenes fascistas, pero las concordancias llegaban hasta ahí, y poco más.
Japón, por el contrario, fue durante aquellos años lo más cercano que tuvo Alemania a un aliado biológico completo.
La junta Militar Japonesa que gobernara el país tras la fachada del emperador, compartía los ideales nazis de cabo a rabo, como que por ejemplo había razas superiores a otras. Los alemanes que respaldaban el ideal ario por sobre todas las otras culturas occidentales, mientras que los japoneses poniéndolo en términos sumamente delicados y no demasiado ofensivo en la medida que me sea posible consideraban a sus vecinos asiáticos como gente de sangre sucia, que no estaban a la altura racial del país del sol naciente.
Bajo el resguardo de esa ideología se forma El Escuadrón 731 en la ciudad de Harbin, en China, que en aquel entonces estaba ocupado por el ejército japonés quien, en paralelo con la gran guerra liberada en Europa, ocupaban cada vez más territorios en el coloso asiático, el ejército japonés era por mucho, muy superior al Chino.
A pesar de que Japón logró exterminar más de un millón de chinos durante la sangrienta guerra, razón por la que hasta hoy en día, China no ve con buenos ojos a la isla vecina, lo que se proponía el ejército imperial japonés era tan ambicioso, pero a la vez tenebroso, que no podían revelarlo al público, Japón estaba deseoso de hacer lo mismo que Alemania, osease, incursionar a pasos agigantados en el campo de la tecnología militar, el término ''armas biológicas'' no sólo estaba de moda, sino que atraía enormemente al gobierno nipón, por lo que despacharon a sus mejores doctores y científicos para un proyecto secreto.
Bautizados ahora como ''El Escuadrón 731'', convirtieron una planta purificadora de agua en la ciudad de Harbin en un laboratorio enorme puertas adentro, fuertemente resguardado por poderío militar japonés, lo que sucedería dentro de aquellas paredes pasaría a la posteridad como algunos de los momentos más oscuros y miseros de la especie humana.
El Escuadrón 731 conseguía ganado para sus experimentos... ganado humano. ¿cómo? Simple, prisioneros de guerra, tanto como civiles como militares de origen chino, mongol y ruso. Todos eran cuidadosamente seleccionados, los que tenían suerte eran ejecutados, los que sufrieron la desgracia de entrar en las instalaciones del El Escuadrón 731 vivirían calvarios que están más allá de la imaginación.
Los científicos ya llevaban un tiempo intentando crear enfermedades de laboratorio, los primeros intentos, debido a la época, fueron muy básicos, experimentaban con variaciones de sífilis, lepra y otras enfermedades degenerativas conocidas. Las cuales inoculaban algunos conejillos de india humanos a quienes encerraban en calabozos con paredes de vidrio para estudiar cuidadosamente los efectos.
Algunos se les dejaba morir, mientras los doctores llevaban la cuenta de qué tan efectiva y agresiva había sido la enfermedad, a otros, sin embargo, se les llevaba por la fuerza al quirófano, ahí se les amarraba y le abrían el estómago para removerle los órganos uno a uno. ¿Por qué les hacían esto aún estando vivos? ¿Por qué no los ejecutaban primero? Simple, los doctores no querían correr el riesgo de que la descomposición afectara los resultados, aparte, mantenerlos vivos durante estas intervenciones les permitía estudiar otros efectos, y hay una cosa muy importante que debes saber, no se les daba anestesia antes de ninguna operación, puesto que no sólo abarataba costos, sino además querían estudiar hasta que punto el humano podía aguantar el dolor, no hubo compasión alguna.
A diario se efectuaban operaciones donde los sujetos de prueba, de todas las edades, se les removía el esófago, los intestinos, los pulmones y el hígado, esto servía como entrenamiento para los doctores que buscaban ver no sólo cuál era el límite de la resistencia humana, sino cuánto podían manipular un cuerpo vivo sin dejar morir al paciente, lamentablemente algunos tuvieron la desgracia de sobrevivir a estas operaciones, se les quitaba un órgano y se les volvía a insertar, como mencioné antes, de ese modo entrenaban al personal y aveces, por los mismos propósitos apuntaban piernas y brazos. Recuerda que todo, era sin anestesia.
Mas tarde se les dio por investigar de cerca la gangrena, de la que no se sabía tanto como hoy, por lo que curaban mal a unos pacientes a propósito para ver qué tan rápido la putrefacción se esparcía y finalmente mataba a un ser humano.
Como podrás imaginar el escuadrón era sumamente ordenado, por lo tanto separaban el laboratorio en distintas áreas y desde la puerta de entrada cada departamento tenías sus propios prisioneros de guerra para jugar.
Ya cubrimos el área de cirugías, amputaciones y disecciones, ahora prosigamos con el departamento de pruebas de enfermedades y armas químicas.
En éste lugar los prisioneros eran inoculados con enfermedades venéreas, tales como la gonorrea y el sífilis, para estudiar el progreso de las mismas en los pacientes, obviamente, no les daban medicación alguna, porque querían saber qué tan rápido podían matar estas enfermedades a una persona, por no hablar de las etapas de gestación del virus. Fruto de lo que estudiaron en esta área del escuadrón fue usado en la guerra contra China, los japoneses fueron los primeros en usar armas biológicas, que resultaron en la infección de cólera y muertes por ántrax en distintas regiones del coloso asiático, disfrazaban ayuda humanitaria en la forma de ropa y comida que estaban cuidadosamente infectadas con la plaga bubónica, lo que obviamente ocasionó una epidemia masiva que desembocó en la muerte de 400 mil civiles.
Mientras tanto, en los laboratorios del escuadrón se solían inyectar todo tipo de sustancias a las víctimas para ver cómo reaccionaban éstas y qué efecto surtían. Una de las más famosas fue inyectar orina de caballo en los riñones de una mujer embarazada.
A pesar de que el departamento de armas biológicas fue uno de los más temidos y horrisonantes, no se puede dejar de mencionar el laboratorio de pruebas de armamentos, aquí los prisioneros morían rápido pero en situaciones atroces, se amarraban a personas a palos o se encadenaban a paredes y se les arrojaban granadas de manufactura japonesa, nada más para probar la efectividad de las mismas, sin embargo no sólo probaron granadas en seres humanos, también hicieron test con otros tipos de armamentos, como por ejemplo bombas y lanzallamas.
Había un departamento misceláneo, en donde se hacían otro tipos de experimentos cuyo frutos arrojaban datos interesantes para estas personas, como por ejemplo qué tanto podía soportar un ser humano temperaturas extremas antes de que su cuerpo se rindiera, qué pasa si a un ser humano le haces una transfusión sanguínea con un animal, qué pasa si se somete a una persona a dosis letales de rayos X, qué tanto puede estar un individuo antes de sofocarse o si la transfusión de agua de mar en el torrente sanguíneo de un hombre podía ser un sustituto para la solución salina que comúnmente se usa en los hospitales.
Se puede hablar y hablar de crímenes inarrables que se cometieron aquí, puedo seguir contándote, puedo incluso arruinarte el día, la tarde o la noche, o continuar hasta que quedes francamente perturbado, pero a pesar de que yo pienso que no tiene caso continuar, hay una cosa con la que me gusta cerrar y que quizá sea lo más indignante de todo...
El doctor Shirō Ishii, el monstruo que estuvo a cargo del Escuadrón 731, el hombre que mandó a asesinar y también asesinó con sus propias manos a una suma total de más de 10 mil personas, el hombre que jugó a ser Dios provocando abortos para ver qué reacción física y psíquica tenía en sus víctimas, aquel que hizo experimentos con bebés... No pagó por ninguno de estos crímenes.
Cuando Japón se hallaba derrotada por los Estados Unidos volaron en pedazos el laboratorio y se mandó a asesinar a los sujetos de prueba que continuaban con vida, sin embargo, las atrocidades fueron demasiadas como para ocultar completamente los hechos, había demasiado testigos, por ello el doctor Shirō Ishii fue encarcelado temporalmente, poco tiempo después, el general Douglas McCartney pactó una reunión secreta con Ishii, en la cual le ofreció algo que no podía rechazar: Recibiría un indulto por todos sus crímenes atroces, pero sólo si compartía sus conocimientos con el Ejército Estadounidense...
Tristemente, pueden decirse los peores y más profundos epítetos de desprecio por este hombre y tal vez nos quedaríamos cortos, pero a pesar de ello, el fruto de su trabajo dio resultados que interesaron a muchos, sus avances en ciertas ramas oscuras del campo médico fueron increíbles, fue el inicio de una cultura, de una escuelita sobre armas de destrucción masiva más allá de la bomba atómica, Ishii superó enormemente al doctor Josef Mengele en este campo. Cuando los experimentos finalmente salieron a la luz llamaron poderosamente la atención de un agente de la CIA llamado Alem Duls, otro ser humano nefasto que se sintió maravillado por los logros del doctor, desgraciadamente Dulls fue, con el pasar de los años director de la Agencia de Inteligencia (CIA), poco tiempo después, dio a luz su más ambicioso proyecto, el MK ULTRA...

4 comentarios:

  1. Esas frases son sin duda de Dross. Tal cuales.

    ¡Qué plagio!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Te recomiendo quitar el post antes de que algo malo suceda.
    Saludos, compañero.

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  4. Te recomiendo quitar el post antes de que algo malo suceda.
    Saludos, compañero.

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